martes, 12 de junio de 2012

NOTICIA: Alumna histérica asesina a su profesor de Lengua.


¿Les estamos realmente enseñando a dialogar? ¿Es real la educación ilustrada, que valora antes el aprendizaje que la ignorante imposición? ¿Es España uno de los últimos países en cuanto a su nivel de enseñanza respecto a Europa gracias a la incompetencia de los profesores o a la rebeldía de sus alumnos? Cada año se dan múltiples casos de maltrato a profesores que, según la brutalidad adolescente e ignorancia de los padres, "es merecida". 

Esta semana, el profesor de Lengua y Literatura Castellana, Miguel Latorre, ha sido despiadadamente asesinado por una de sus alumnas del centro IES Jesús Marín de Málaga. Inexplicablemente, el cadáver ha aparecido mutilado y empalado en diferentes lugares a diferentes horas, como si el crimen hubiese tenido varios finales posibles. Al prestar declaración, la autora ha reconocido "no creo en los finales, nunca me gustan, así que escogí varios".
Dora Blanco, de diecisiete años, estudiante en segundo de humanidades, sorprende a sus compañeros tras una vida de calificaciones notables y buenas relaciones con el personal docente. "Sí, se puso muy nerviosa cuando el profesor le puso una nota que ella consideró injusta", han declarado éstos, "se puso a gritar, se levantó y casi parecía que lo iba a estampar contra la pared".
La alumna ha sido acusada de triple asesinato a la misma víctima, hecho que por su peculiaridad será difícil de procesar, considerando aún más los buenos contactos de sus tutores legales. "Lo primero que hice en cuanto llegué fue decírselo a mi madre", nos cuenta riendo.
Durante la entrevista, la mascota de la alumna, una cachorra de cinco meses a la que cuida y mima, gime para poder entrar a casa y se nota en el ambiente la impaciencia de la acusada, "soy peligrosa, y peor aún, soy una peligrosa brillante", ha declarado ésta. "Siempre he rechazado la violencia como solución, pero la injusticia llevó al pueblo francés a decapitar a Luis XVI, ¿no?" sonríe irónicamente.
Tras el escándalo, la alumna ha proseguido su vida normal prestando declaraciones amablemente y ganandose el reconocimiento del alto porcentaje de compañeros que, como ella, odiaban a la víctima. ¿Es esto una llamada a la revolución de estudiantes? "No. Desde luego que no. Como ya he dicho, la violencia no es un método. Esto es sólo un aviso a las instituciones de lo que puede hacer una simple alumna que sólo quiere aprender y mejorar. La incultura es la mayor enfermedad de mi generación y una de las culpas es de la incompetencia del profesorado. Yo, por mi parte, amo leer, viajar, incluso disfruto estudiando. No consiento obstáculos en mi progreso, es mi mayor ambición (después de todo, es sana) y cada día aumentan los que, como Miguel Latorre, estudian la carrera de magisterio u opositan para la docencia como salida firme, no por vocación. Ese egoísmo es el que me jode. Me da asco pensar en traer hijos al mundo y dejar su educación en manos de personas así." 
Esta nueva perspectiva abre los ojos a un dilema hasta ahora ignorado: la oposición a la persona, no a la autoridad. Los alumnos no son animales de la generación ni-ni, reclaman una vía adecuada para su educación. 

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